Litoral | Historia, leyenda y patrimonio en Concordia
El Castillo San Carlos marca una historia colmada de misterios e inspiración
Este lugar histórico, ubicado en un predio de 98 hectáreas que son parte del Parque San Carlos, a cinco minutos de la ciudad de Concordia, Entre Rios, fascinó a Antoine de Saint-Exupéry, aviador y autor de "El Principito" y "Tierra de Hombres". Allí el amor y el misterio fueron parte de anécdotas que hoy atraen a locales y turistas.
03.05.2025 10:37 | HSM Realizaciones |
El Castillo San Carlos fue construido en 1888, y conserva la historia Antoine de Saint-Exupéry quien accidentalmente, en 1929 conoció el lugar y se convirtió en inspiración para algunas de sus obras que cuentan su paso por tierras concordienses
A modo de homenaje, en la actualidad puede verse una estatua de "El Principito" en el parque que rodea las ruinas.
En el libro "Tierra de Hombres" describe de manera muy poética su vivencia: "había aterrizado en un campo y no sabía que iba a vivir un cuento de hadas: fue en un campo cerca de Concordia, en la Argentina".
La historia del Castillo San Carlos combina la opulencia de las familias aristocráticas europeas, el paso de figuras literarias icónicas, y la persistencia de una estructura que ha sido salvada del olvido gracias a la memoria colectiva y la intervención estatal.
Origen y construcción
La edificación del castillo comenzó en 1886 por encargo del empresario francés Édouard Demanchy, un próspero comerciante y banquero que había emigrado a la Argentina junto a su familia. Su idea era replicar, en medio del paisaje entrerriano, el estilo de vida y arquitectura francesa de finales del siglo XIX.
El proyecto estuvo a cargo del arquitecto Pedro Salomone, quien diseñó una residencia de estilo francés neogótico, con reminiscencias de los castillos europeos, utilizando materiales importados y elementos propios del eclecticismo de la época.
La construcción concluyó hacia 1888, dando lugar a una majestuosa vivienda de tres plantas, con torreones, amplias galerías y vistas panorámicas al río Uruguay.
La familia Demanchy, su misteriosa desaparición y el abandono
Los Demanchy residieron en el castillo durante un corto período. Tras la crisis económica de 1890, dejaron Concordia, desapareciendo misteriosamente, se dice que con muchas deudas, y nunca supieron de ellos, hasta años después que se han encontrado en Francia, tumbas con sus nombres. Así la propiedad pasó por distintos dueños hasta quedar abandonada por largos años. Durante ese período, el edificio comenzó a deteriorarse debido a la falta de mantenimiento, el vandalismo y los efectos del clima.

Recuperación, remodelaciones y uso actual
A lo largo del siglo XX, el castillo fue víctima del deterioro estructural. Pero a partir de los años '90 comenzó un proceso de puesta en valor impulsado por el Estado y organizaciones civiles.
1993: fue declarado Patrimonio Histórico Provincial.
1997: se inicia un proyecto de restauración integral, liderado por la Comisión Administradora del Parque San Carlos (CAPSC).
2008-2011: se llevan adelante obras estructurales para consolidar muros, techos, pisos, y recuperar el entorno inmediato. Se intervienen también los jardines y senderos.
2014: se inaugura el nuevo centro de interpretación en el predio, con exposiciones permanentes sobre la historia del castillo, la vida de los Fuchs Valon, y la visita de Saint-Exupéry.
Actualidad: el castillo funciona como museo histórico, espacio cultural y centro de visitas guiadas. Es escenario de festivales, encuentros literarios y actividades educativas.

Detalles arquitectónicos
El Castillo San Carlos fue construido con materiales traídos desde Europa: carpintería de cedro y pinotea, vitrales de colores, pisos de roble y hierro forjado. La estructura cuenta con:
Centro de Interpretación
En el predio se puede visitar todos los dias de 8 a 20 hs, su Centro de Interpretación, donde se podrán encontrar documentos históricos sobre la familia Demanchy, paneles informativos y recursos visuales que narran la construcción del castillo por la familia a fines del siglo XIX; información sobre sus distintos propietarios, incluyendo a los Fuchs Valon, y los períodos de esplendor y abandono; relatos sobre los incendios y saqueos que sufrió el edificio; recreaciones y maquetas que muestran cómo era la vida cotidiana en el castillo durante su apogeo; objetos y mobiliario recuperado o reproducido para ilustrar el ambiente señorial de la época; un sector dedicado a la visita del célebre escritor francés, autor de El Principito, quien habría tenido contacto con el castillo durante sus vuelos como piloto de la Aéropostale en la década de 1920; una muestra fotográfica y audiovisual sobre sus travesías y su paso por la región entre otros
El Centro de Interpretación funciona también como punto de ingreso y orientación para quienes desean recorrer el castillo, hoy parcialmente restaurado, y su entorno, convertido en uno de los espacios más atractivos de Concordia desde el punto de vista turístico, educativo y cultural.

El Castillo San Carlos es mucho más que una construcción de época: es un símbolo de la historia franco-argentina, un puente con la literatura universal a través de Saint-Exupéry, y un emblema cultural para la ciudad de Concordia. Yolanda y Eduardo, los niños que jugaron en sus jardines y marcaron al escritor francés, representan el alma infantil de un edificio que, aún en ruinas, siguió inspirando imaginación, memoria y poesía.
Notas relacionadas

En el libro "Tierra de Hombres" describe de manera muy poética su vivencia: "había aterrizado en un campo y no sabía que iba a vivir un cuento de hadas: fue en un campo cerca de Concordia, en la Argentina".
La historia del Castillo San Carlos combina la opulencia de las familias aristocráticas europeas, el paso de figuras literarias icónicas, y la persistencia de una estructura que ha sido salvada del olvido gracias a la memoria colectiva y la intervención estatal.
Origen y construcción
La edificación del castillo comenzó en 1886 por encargo del empresario francés Édouard Demanchy, un próspero comerciante y banquero que había emigrado a la Argentina junto a su familia. Su idea era replicar, en medio del paisaje entrerriano, el estilo de vida y arquitectura francesa de finales del siglo XIX.
El proyecto estuvo a cargo del arquitecto Pedro Salomone, quien diseñó una residencia de estilo francés neogótico, con reminiscencias de los castillos europeos, utilizando materiales importados y elementos propios del eclecticismo de la época.
La construcción concluyó hacia 1888, dando lugar a una majestuosa vivienda de tres plantas, con torreones, amplias galerías y vistas panorámicas al río Uruguay.
La familia Demanchy, su misteriosa desaparición y el abandono
Los Demanchy residieron en el castillo durante un corto período. Tras la crisis económica de 1890, dejaron Concordia, desapareciendo misteriosamente, se dice que con muchas deudas, y nunca supieron de ellos, hasta años después que se han encontrado en Francia, tumbas con sus nombres. Así la propiedad pasó por distintos dueños hasta quedar abandonada por largos años. Durante ese período, el edificio comenzó a deteriorarse debido a la falta de mantenimiento, el vandalismo y los efectos del clima.

Recuperación, remodelaciones y uso actual
A lo largo del siglo XX, el castillo fue víctima del deterioro estructural. Pero a partir de los años '90 comenzó un proceso de puesta en valor impulsado por el Estado y organizaciones civiles.
1993: fue declarado Patrimonio Histórico Provincial.
1997: se inicia un proyecto de restauración integral, liderado por la Comisión Administradora del Parque San Carlos (CAPSC).
2008-2011: se llevan adelante obras estructurales para consolidar muros, techos, pisos, y recuperar el entorno inmediato. Se intervienen también los jardines y senderos.
2014: se inaugura el nuevo centro de interpretación en el predio, con exposiciones permanentes sobre la historia del castillo, la vida de los Fuchs Valon, y la visita de Saint-Exupéry.
Actualidad: el castillo funciona como museo histórico, espacio cultural y centro de visitas guiadas. Es escenario de festivales, encuentros literarios y actividades educativas.

Detalles arquitectónicos
El Castillo San Carlos fue construido con materiales traídos desde Europa: carpintería de cedro y pinotea, vitrales de colores, pisos de roble y hierro forjado. La estructura cuenta con:
- Torre mirador, desde donde se domina visualmente gran parte del parque.
- Salones amplios con cielorrasos artesonados y chimeneas originales.
- Galerías exteriores de estilo colonial francés.
Centro de Interpretación
En el predio se puede visitar todos los dias de 8 a 20 hs, su Centro de Interpretación, donde se podrán encontrar documentos históricos sobre la familia Demanchy, paneles informativos y recursos visuales que narran la construcción del castillo por la familia a fines del siglo XIX; información sobre sus distintos propietarios, incluyendo a los Fuchs Valon, y los períodos de esplendor y abandono; relatos sobre los incendios y saqueos que sufrió el edificio; recreaciones y maquetas que muestran cómo era la vida cotidiana en el castillo durante su apogeo; objetos y mobiliario recuperado o reproducido para ilustrar el ambiente señorial de la época; un sector dedicado a la visita del célebre escritor francés, autor de El Principito, quien habría tenido contacto con el castillo durante sus vuelos como piloto de la Aéropostale en la década de 1920; una muestra fotográfica y audiovisual sobre sus travesías y su paso por la región entre otros
El Centro de Interpretación funciona también como punto de ingreso y orientación para quienes desean recorrer el castillo, hoy parcialmente restaurado, y su entorno, convertido en uno de los espacios más atractivos de Concordia desde el punto de vista turístico, educativo y cultural.

El Castillo San Carlos es mucho más que una construcción de época: es un símbolo de la historia franco-argentina, un puente con la literatura universal a través de Saint-Exupéry, y un emblema cultural para la ciudad de Concordia. Yolanda y Eduardo, los niños que jugaron en sus jardines y marcaron al escritor francés, representan el alma infantil de un edificio que, aún en ruinas, siguió inspirando imaginación, memoria y poesía.
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